¿Ya conoces la oferta cultural de Sala Russafa para febrero?
Durante el mes de febrero, Sala Russafa tiene una oferta cultural muy amplia, en la que la música, las propuestas familiares y el teatro para adultos se van entrelazando en una programación con protagonismo de la cultura hecha en Valencia. Continúa el «6è Cicle Companyies Valencianes», que arrancó a finales de enero y que hasta el 26 de marzo ofrece siete semanas dedicadas en exclusiva a la escena local.
Del 10 al 19 de febrero retorna a Sala Russafa una de esas experiencias que demuestran que los clásicos lo son, precisamente, porque nunca pasan de moda. Y es que los problemas sucesorios no son exclusivos de nuestro panorama político. Ya la antigua Roma los sufrió y Shakespeare se valió de ellos en Julio César para aludir a la ansiedad del pueblo inglés ante los problemas del reinado de Isabel I. Un texto valiente y oscuro al que Chema Cardeña dio nueva vida en un montaje estrenado el pasado mes de mayo en el Festival de Talleres de Teatro Clásico de Sala Russafa. Ahora sus intérpretes se han establecido como compañía bajo el nombre Trece Teatro y regresan al centro cultural con la vuelta a las tablas de este espectáculo.
De intensa presencia escénica, este peculiar Julio César es fruto de un proceso de investigación actoral en el que Cardeña propone un giro de 180 ° y realiza un guiño a la época isabelina en que se estrenó esta pieza, cuando las mujeres tenían prohibido actuar y los papeles femeninos eran encarnados por hombres. Ahora ocurre a la inversa: once mujeres encarnan a los personajes, mayoritariamente masculinos, de esta potente trama. Los populares César, Antonio, Bruto, Octavio o Casio cobran vida con la voz, sensibilidad y fuerza de las actrices Rocío Ladrón de Guevara, Irene González, Lucía Poveda, Rocío Domènech, María Pérez, Patricia Sánchez, Mónica Zamora, Ruth Palones, María Asensi, Alejandra Beltrán y Sara Bonell. Se suman al elenco Juanki Sánchez y José Torres para recrear la conspiración contra el dictador romano en una historia sobre la lucha por el poder que también puede leerse en términos de género y que resulta tan apasionante como profundamente actual
La segunda propuesta teatral para adultos parte de una situación insólita: la de un filósofo que lleva tres años intentando quitarse la vida en un enorme árbol cada domingo, pero nunca lo consigue. Es el curioso suicidio-interruptus que plantea Gloomy Sunday, el espectáculo de la formación colombiano-valenciana Theatretk, residente en Sala Russafa, que vuelve a las tablas del 24 al 26 de febrero dentro del Ciclo de Compañías Valencianas.
Tras el pseudónimo de Harlan Pinter se esconde el autor de esta comedia que dirige Harold Zúñigan. Su protagonista es Benjamín Phreiz -al que da vida el propio director-, un joven filósofo que, tras muchos años de introspección y reflexión, encuentra la respuesta al porqué de la existencia: el absurdo. El problema es que, una vez descubierto, ya no desea seguir viviendo. Pero el propio absurdo se cruzará en su camino, impidiéndole por los motivos más peregrinos completar su suicidio.
Uno de esos motivos es Elena Fernández – interpretada por Grazia Hernández- una mujer terriblemente oportuna (o inoportuna, según se mire), que da al traste con gran parte de sus intentos al no comprender por qué Benajmín no desea seguir viviendo. El tercer vértice del triángulo es el inmigrante El hadji cheikh Mbaye, un africano que tampoco entiende la decisión vital del protagonista ya que lo que para él carece de sentido es la muerte.
El cantante y bailarín africano Asso Mbaye da vida a este personaje y se encarga de las coreografías y de la percusión que se interpreta en directo, incluyendo una versión de Gloomy Sunday, canción de la que toma su título la obra y que estuvo prohibida durante 61 años en la BBC por su fama como inductora al suicidio. Una inusual comedia que cuestiona la inercia social y refleja el choque entre culturas y entre el mundo intelectual y la vida misma.
Ciencia y cuentos en la oferta cultural
Otras dos curiosas propuestas valencianas componen la oferta cultural del mes de febrero. Y es que no es habitual que el mundo académico e investigador colabore en la creación de un espectáculo familiar. Pero nada es común en la original propuesta que el 11 y 12 de febrero acoge Sala Russafa.
Ciencia Club Clown transforma el escenario del teatro en un plató de televisión donde se está grabando un programa de divulgación en el que se mezclan los lenguajes científicos, del clown y la música. Dos excéntricas científicas, Dendrita y Alcalina, van estableciendo conexiones en directo con grandes investigadores de la historia y desarrollan divertidos experimentos en los que las probetas conviven con los globos y las narices de payaso.
La Cátedra de Física Aplicada y el Departamento de Química de la Universidad de Valencia, junto al Instituto de Ciencia de los Materiales ICMUV, asesoran a este espectáculo creado y dirigido por Iván Arbildua que interpretan Mariló Tamarit y Asun Cebrián, dos veteranas de la ONG PayaSOSpital. Una propuesta de la compañía valenciana Sala Negra, demostración de que grandes y pequeños pueden aprender a carcajadas.
La siguiente propuesta de la programación familiar se centra en un nombre que ha pasado a la historia de la literatura como el creador de muchos de los personajes icónicos de cualquier infancia: el Patito feo, Blancanieves, Pulgarcito, La Sirenita… Pero el escritor danés Hans Christian Andersen también fue niño y esa etapa es precisamente la que recrea la pieza El fabuloso viaje de Christian Andersen, que la compañía valenciana JM Gestión Teatral estrena en Valencia el próximo 18 y 19 de febrero.
Sobre las tablas encontramos a un pequeño acobardado por las constantes burlas y humillaciones de sus compañeros, que sólo sueña con escapar y esconderse lejos de todo. Así acaba en la tienda de maletas de un estrambótico personaje que le descubrirá su gran talento para inventar fábulas e historias extraordinarias.
Julio Martí Zahonero escribe y dirige esta propuesta que ficciona el encuentro entre el futuro escritor Hans Christian Andersen y el que sería su máximo apoyo, el director del Teatro Real de Copenhague, Jonás Collin. Una colorista y estimulante pieza que transmite a los espectadores la idea de que la vida es una maravillosa aventura y nuestra imaginación, la mejor compañera.
Proyecto Blackstar lleva al escenario el último disco de David Bowie
En la programación musical, el 3 de febrero Sala Russafa tiene otra oferta cultural interesante. Se trata de Proyecto Blackstar. El veterano Remi Carreres (Glamour, Comité Cisne, Jean Montag, Coleccionistas…) impulsa esta iniciativa en la que destacados músicos del panorama independiente interpretan en directo el último disco de David Bowie, publicado un par de días antes de su muerte y que el artista no tuvo ocasión de llevar al escenario.
Samuel Reina (voz y guitarra acústica), Pablo ‘Andreas’ Pérez (saxo y efectos), Dani Cardona (batería y percusiones) y el propio Carreres (bajo y efectos) exploran los temas de este álbum en una actuación que se completa con las proyecciones audiovisuales de Epi Neuraska que recrean el universo gráfico de Blackstar. El repertorio se completa con una introducción instrumental rescatada del disco de Bowie Low y con una canción inédita realizada para la banda sonora del musical Lazarus que ha aparecido recientemente.
Profundamente inspirado por el avant-jazz y cargado de referencias al desenlace que el artista sentía cercano, el último trabajo de Bowie es uno de los más experimentales de su carrera. Con un sonido arriesgado, rico y lúgubre, constituyó una sincera despedida de uno de los artistas más respetados de la música popular de los últimos 50 años. Proyecto Blackstar no es un tributo, sino una interpretación, llevándolo al directo adaptando algunos de los temas para llevarlos al lenguaje musical de unos artistas que reconocen una gran influencia de la estrella británica; desnudando las canciones, quitando algunas capas de sonido pero manteniendo los matices que transmiten la intención del autor. Una invitación a la exploración, el juego y el riesgo que es toda una reivindicación del espíritu y legado de Bowie.