‘En el camino’ opinión de Jesús Pérez Rubio
Jesús Pérez Rubio. Vecino de La Canyada
Algunos se han permitido coger unos días libres a cuenta del veranito. En vez de irse a la playa o a un spa ¿Se escribe así? Han cogido una mochila con avíos para 8 ó 9 días y … ale, a caminar. Lo de viajar, aunque sea para andar, te da la oportunidad de conocer gentes o mecanismos varios. ¿Quién me iba a decir que en menos de dos horas estabas en Madrid, y en otras tres te plantabas en Galicia?
Pues sí, he sentido lo mismo que Mc Fly en “Regreso al Futuro”. Me he metido en el De Lorean (AVE) y cuando me he dado cuenta estaba a mil kilómetros y a 25 grados menos que en Valencia. ¡ Cómo lo cuento! ¡Para flipar! Casi lo mismo que tardaba antes en subir a Begís en tren. ¡Una verdadera máquina del Tiempo!
Alguien te invita por la mañana a comer en Orense, así como para cumplir : “ si
vienes a comer te espero jajajá…” Y al aperitivo te tiene allí, vaciándole el Ribeiro. ¿ Me pones otra copita? Gracias.
Antes las distancias se medían en Kilómetros. En la actualidad se miden en horas.
¿Qué hay de aquí a Madrid? No llega a dos horas.
¿Qué hay de Valencia a Santiago? En cinco horitas te plantas allí.
¿No te giba? ¿ Qué vamos a hacer con los kilómetros? Esto ha cambiado mucho. Ya lo decía Don Hilarión en “ La Verbena de la Paloma” : “ Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad”. Pero hablando de personajes… El moverte hace que te encuentres con gente variopinta : matrimonios de jubilados franceses en los que sólo habla (y mucho) la parienta. Japonesas solitarias que no hablan absolutamente nada, pero te aceptan desde un yogur hasta un caramelo con una breve sonrisa. Tipos de dudosa edad, entre 40 y 70 años, altos, espigados y parcos en el hablar según el día, de apariencia inglesa, pero de hablar francés. Portugueses en pequeños grupos, sonrientes y amables con los que sólo coincides en bares y albergues. Y españoles, muchas veces solitarios, habladores, incluso muy habladores algunos; por lo que entiendes que viajes solos ¡Claro! Individuos a los que procuras dar la conversación justa, la que crees correcta para no acabar comiendo en el
mismo plato o durmiendo en la misma litera. Vamos, el conocido como “El Cansino”. Esta especie se encuentra agazapada en el asiento de un tren, en un albergue solitarioojuntoalabarrade un bar en el que el incauto peregrino para a repostar. En cuanto te descuides, te contará los catorce caminos que lleva , mientras intercala chistes de dudosa gracia. Te contará lo que ha trabajado toda su vida pese a no tener las trazas. O te narrará un montón de historias, sin que se lo pidas, en la que el protagonista, héroe y villano es él y sólo él.
A veces suceden otras cosas curiosas. Como que el primer individuo raro , que encuentras en una aldea remota con 40 habitantes, se llame como Tú. Que el segundo, no menos curioso, también goce de tu mismo nombre.¡ El tercero, que no hay por dónde cogerlo, ídem, como Tú! Y así hasta el camarero que te sirve la mesa en un local de menús en un callejón para peregrinos, Le preguntas el nombre y … Sí, ¡ Se llama igual!
Deduces que todos los que somos un poco raritos tenemos el mismo nombre. ¡ Qué le vamos a hacer!
Al volver, mi santa Madre ( muy creyente ella) me preguntó : “ Hijo mío ¿ Has encontrado a Jesús en el Camino? ¡¡ A cuatro mamás, le dije, me he encontrado a cuatro!!
En fin… seguiremos informando.